lunes, 1 de septiembre de 2014

4 Manipulan nuestras mentes

Mi mente y acciones empezaron a tener un poco más de criterio, tenía claro lo que me gustaba, bueno así lo pensé hasta esa tarde, cuando sencillamente perdí mi libertad sin darme cuenta.

A casa llegaría una caja negra que cambiaría mi visión del mundo o la perturbaría, llego del extranjero así decían mis padres, aquel bello artilugio tan mágico no mayor a cuarenta centímetros. Según contaban que a través de aquel objeto se vería el futuro, claro, yo no lo creía, pero en cierta forma muchos años más adelante entendería que no veía el futuro, pero sí que controlaría el mío y el de muchos a mi alrededor, alterando nuestra perspectiva de la realidad.
Tremendo si era, llego para quedarse y robarme los pensamientos. Todo sucedió precisamente en mi habitación, yo sobre el regazo de mi cama a diario perdiéndome del mundo, pronto me convertiría en un lisiado de ideas, comencé a vivir largas horas de soledad.
Era tan majestuoso, cambio todo de la noche a la mañana, a tal punto que hable de un “antes de, y, después de ese artilugio”, mis ojos brillaban de emoción, el corazón me palpitaba a mil por hora “pobre de mí”, nuestra necesidad de falsos logros nos hizo tener dos, si aunque no lo crean dos, ambos eran a color, resulta que la gente que aparece en esos aparatos eran muy pequeña pero los veía claramente, se escuchaban sus voces y todo, bueno casi todo porque las personas de ahí no tenían olor y tampoco los podía tocar, no paraba de ver en las supuestas “noticias” o “el observador”, sin mal no recuerdo esos eran los programas.
Dos de sus mejores canales trasmitían telenovelas. Terminó formando parte indispensable de mi vida, yo no entendía nada si les soy sincero, sus programas hablaban de muertes, drogas, mafias, prostitución, pobreza, miseria, robo y de una tal censura mediática constantemente, entra tantas otras cosas fue cuando recibí aquellas expresiones en adopción cual niño que es abandonado en el dintel de una puerta para ser entregado a la buena de Dios.
Sin mucho que pensar mis nuevas palabras y frases ya eran aquellas, comencé misteriosamente a invertir altas horas en aquello, me sentía atrapado a tal punto  que no quería dejarlo, pasaba la mayor parte de mi tiempo viendo comiquitas, propagandas, noticias, telenovelas, y los ciclos de terror, fácilmente adopte el lenguaje y la expresión corporal de los que allí se veían (imaginen cómo podría estar mi cerebro, no es para menos verdad), mi comportamiento cambio de formas extrañas tan pronto que me negué a creerlo.
Volviendo al tema, todo era muy llamativo, sus colores me entretenían hasta el punto que deje las actividades sociales, mis amigos empezaron extrañamente a perder sentido, en clases solo pensaba en llegar a mi casa, y me decía va a terminar la comiquita, que pasará con este o con aquel otro personaje, será que se salva.
Al principio, la familia entera se reunía frente al artilugio para esperar la hora de la telenovela, ni se diga cuando llegaba el final “eso era sagrado”, en gran parte ese aparato logró unirnos un poco al principio, pero termino separándonos.
Una en especial era la de “Por estas calles”, pude apreciarla en todo su contexto; la violencia, el rechazo y en gran medida el odio. Los barrios en la pantalla eran de Caracas mi lugar natal, pensaba de la que me salve por no vivir allí, mucho me temo que más de uno en mi generación se vio envuelto en esos personajes, sí que lo sé, porque de alguna forma en mi entorno algunos se identificaban con los artistas, se llego al punto de sentir como los personajes, su sufrimiento o alegría en partes también la cólera, era todo confuso en cierto momento me dijeron tranquilo esa no es la realidad del país, aunque no tarde mucho en darme cuenta del enorme parecido con la realidad.
A los que llamábamos periodistas esos eran los únicos que supuestamente se encargaban de contar la verdad, mis amigos comentaban “mira no hace falta que hablen”, dime ¿cómo está el país?, ve lo que muestran en el noticiero o el observador, ellos no miente para nada, no me toco otra que resignarme a lo que pasaba, mi criterio era aun muy reducido para ese tiempo. Esa fue una temporada fabulosa para los comercios, sin darme cuenta mis vecinos también tenían artilugios en sus casa, al poco tiempo nuestras conversaciones giraban en torno a las telenovelas, ¡si vio lo que hizo aquel!, ¡no vio lo que dijo fulana!, ¡yo, cuando sea grande quiero ser dueño de!, otros decían ¡yo quiero ser el galán de todas las chicas!, ¡hay que tener plata!, y en muy poco tiempo nuestras vidas en general giraban en torno a eso.
Llegamos al punto del descaro que los comerciales mostraban bebidas, juguetes, helados, centros de comercio, ropa, joyas y mujeres sexis cada vez con menos ropa, nos vimos obligados a olvidarnos de la cultura y a adaptarnos a la moda, había una en especial que hacía que la gente se alborotara toda al oír que una caja era agitada por una persona, eran chicles si mal no recuerdo no sabía porque yo la relacionaba con unos cigarros llamados Marlboro que por cierto sacaron del aire, ya más adelante entendí que aquello era nocivo para la salud, en definitiva terminé obsesionado vulgarmente a las propagandas o comerciales.
Las series televisadas le brindaban tranquilad a mi misteriosa obsesión, ahora que puedo describir lo que me pasaba, me comportaba como una especie de drogadicto y necesitaba tratamiento pero no lo reconocía, esa tranquilad adquirida en la soledad de mi cuarto llego a ser una forma de vida segura, creía tener un panorama de lo que era el mundo, aprendí rápidamente el consumismo, es la primera palabra que si entendía pues su definición era fácil, resumida: querer mas de algo sin necesitarlo.

Los juegos dejaron de importarme, mi vida giraba en torno a aquello, pero algo que si odiaba era cuando decían; ya van hablar en cadena nacional, se oía inmediatamente desde lo lejos, apaguen eso, yo escuchaba sólo la frase que reza Venezolanas, Venezolanos... Y listo... Apagado, yo muy molesto, siempre interrumpían en las horas precisas donde pasaban lo mejor, no era al medio día, la tarde o un día planeado, no, de repente en lo más bueno, cortaban y listo (un hombre parado, sólo, frente a la pantalla bien vestido, con una calma y un tremendo descaro que era evidente), acto seguido ir a dormir no alcanzaba a escucharlo nunca, tanto me intrigaba ese personaje que había en mi algo que quería saber que decía ese señor, pensaba quien tiene tanto poder para salir cuando y como quiera y decidir que sale o que no, era interesante yo quería tener eso, para mejorar lo que todos mis amigos y familiares ven en la gran pantalla. Aunque resultaba algo incomodo, el sólo hecho de tener que salir en la pantalla a decir ¿qué?, me hizo plantearme nuevamente la pregunta, y resulto que no, mejor dejaba así el mundo de la televisión.

4 comentarios:

  1. Creo que colocaste "aparto " y leyendo en contexto seria "aparato". Muy bueno una lectura muy entretenida.

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  2. Estoy retomando la lectura. Voy por aquí. Hasta ahora todo lo que he leido me ha gustado. Abrazos, Demi.

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    1. Gracias por dedicarle unos minutos a este proyecto. Deseo que te vaya bien donde estas. Saludos a tu familia y éxito.

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