martes, 21 de octubre de 2014

13 El que se mete a redentor muere crucificado.

Todo el salón daba vueltas. Mis sentidos estaban alterados, mi cuerpo y todo mi peso reposaba sobre mis rodillas. La confusión entre los presentes y el murmullo desentonado me brindaron una especie de consuelo algo enfermizo a mi modo de ver pues pensaba aun estoy en este mundo. Mi alma se batía en duelo por seguir en esta vida.


El jefe a cargo de mi seguridad actuó inmediatamente sin bacilar ordeno que se formara un cordón humano a mí entorno. Cuatro hombres se postraron cual alfiles con pistolas nueve milímetros en mano.

–Atentos. –Grito–. Pendientes por cualquier eventualidad nadie debe acercarse al presidente.

Acordonaron el área en cuestión de segundos mientras me protegían.

–Señor presidente lo sacare pronto de aquí. No se preocupe…

En medio de toda la confusión alcance a divisar la mirada de mis familiares llena de tristeza. La confusión de la gente y los gritos se adueñaron pronto del lugar. Escuche chillidos abrumadores que se hacían cada vez más fuertes. En medio de la algarabía el miedo se hizo presente en los diputados algunos comenzaron a insultarse. No es difícil imaginar la escena la anarquía reinaría por todos lados.

Recordé. <> expuso el jefe de seguridad antes de iniciar la toma de posesión y en verdad que si estaban preparados.  

Los diputados pronto se fueron a los golpes. La asamblea quedo custodiada en pocos segundos. Francisco hacia uso de ese chisme que tienen los guardias pegados en sus muñecas que les permite comunicarse entre sí, giro instrucciones con claves y protocolos.

–Activen protocolo Valquiria. Tengan listo a Gregorio. Acordonen todo el área nadie sale, nadie entra. –Anuncio con voz de mando–, todos pendientes. Sacare al presidente de aquí.

La seguridad tenía todos los ángulos cubiertos. El protocolo Valquiria ya pronto les hablare de él, ahora bien Gregorio era el nombre en clave para mi médico de cabecera. Recuerdo a ese grupo experto gracias a ellos estoy vivo, lamento que algunos de ellos hayan dado su vida a cambio de la mía. <>.

Frente a la asamblea la gente se aglomeraba en busca de respuestas, la cadena nacional televisada y trasmisiones de todo tipo fueron bloqueadas por la seguridad aunque hubo algunos que lograron grabar todo lo sucedido y publicarlo más tarde por internet lo sé porque no tarde mucho tiempo en ver los vídeos de lo que ocurrió aquel día. La turba que gritaba perdió el control y nada los hacía calmar. El presidente de la asamblea quedo estupefacto por los eventos no logro calmar a nadie la confusión se adueño de él.

<< ¿Quién me hizo esto?, ¿Quién será el responsable?, ¿Quién me odia tanto? >>. Pensé.

–Mi… Mi, familia… –solté con voz queda.
–Tranquilo señor, la seguridad se hará cargo de ella.

Quería tomar fuerzas para calmar el alboroto que se estaba generando pero me era imposible, el pueblo exigía respuestas inmediatas que yo tampoco tenía.

–Ya Gregorio lo está esperando en la habitación. –Exclamo Francisco con voz serena– Señor no se preocupe confié en mí.

Apoyado sobre el hombro de Francisco y guiado por dos hombres delante y dos detrás, iba rumbo al médico, mi vida en esos momentos dependía absolutamente de ellos y en especial de él. El ruido era absolutamente ensordecedor.

–Señor… aguante ya casi llegamos.

Mis fuerzas me estaban abandonando miraba fijamente hacia el final del pasillo mis ojos me traicionaban sentía como si estuviera al calor del desierto las imágenes se difuminaban frente a mí. No soportaba el peso de mi cuerpo aunque contaba con una muleta humana de mi lado izquierdo. No dejaba de pensar en mi familia. Buscaba las fuerzas para seguir aunque el miedo también se adueño de mí en vista de la ausencia de mi esposa e hijos. Mis mayores temores buscaban salir a relucir.

–Señor, ya casi llegamos se pondrá bien.

Recorríamos el amplio pasillo que nos llevaba a una habitación donde un hombre estaba apostado frente a la puerta de una habitación él estaba fuertemente armado y me recordó a los centinelas de antaño.

–Pronto –grito Francisco–,  abrir la puerta. ¿Y el Doctor?
–Ya se encuentra adentro a la espera del presidente. –El centinela dirigió su mirada hacia hacía mi– Señor se pondrá bien.

A continuación Introdujo una clave sobre una pantalla para abrir la puerta que estaba custodiando. La puerta hizo clic al principio y luego un sonido parecido al de una válvula que deja escapar aire comprimido, la habitación se encontraba revestida de material blindado su aspecto era como el de la caja fuerte de un banco.

–Todos ustedes esperen aquí afuera. Ya saben lo que deben hacer. –Ordeno sin titubear.
–Entendido señor. –respondieron todos al unisonó.
–Cierren la puerta. Pendiente de sus comunicadores.
–Sí señor. –igualmente todos al unisonó como un coro.

Di mis últimos pasos hacia la cama no tuve tiempo de saludos ni miradas, ni explicaciones algunas solo realice un gesto con mi cabeza levemente no podía de otra forma hacerlo, mis labios no se despegaban, mis ojos rodearon la habitación buscando hacer un reconocimiento de todo, logre ver al doctor José Gregorio, un buen hombre y el responsable de mi salud. En mi mente pensé <> pero me desplome antes de hacerlo. Ahí estaba Francisco y José haciendo lo imposible para estabilizarme mis músculos no me respondía como yo hubiera querido.

–José, es envenenamiento.
–¿Por qué dices eso Francisco?
–Ya nos habían advertido. Llegaron cartas de amenazas –su cabeza cayó en señal de lamento, castigándose por no haber evitado lo sucedido.
–¡Pero de que clase! –Grito– si identificamos de qué tipo de venenos hablamos podremos actuar.
–Bueno… eso no lo sé, el presidente se cuido todos estos días trato de no ingerir alimentos o bebidas sin un previo control pero todo eso lo debilito mucho, así que puede ser otra cosa, no lo sé.
–Bueno debemos trasladarlo de aquí inmediatamente –interrumpió alterado.
–Ya tenemos un vehículo asignado dispuesto para salir de inmediato. Pero debe saber que lo llevaremos a la casa presidencial. –Su tono de voz era firme y autoritario –, todo lo que necesite se le conseguirá.
–Ya lo imaginaba. Bueno debo tomar una muestra de sangre rápido para hacerle unas pruebas.
–Mi… familia –logre susurrar con dificultad fue como si aprendiera a hablar.
–Amigo confía en mí –dijo José. Sus ojos tenían ese brillo infinito que mostraba seguridad y a la vez brindaba confianza.

A fin de cuentas mi vida estaba en sus manos, no podía valerme por mi mismo. Escuche a lo lejos: debemos averiguar qué tipo de veneno es y sobre todo cuando tiempo lleva en su organismo.

Llevo su muñeca derecha hacia su boca y esbozo palabras sobre tengan el vehículo listo ya vamos para allá. Venga doctor ayúdeme a llevarlo nadie más debe saber la situación hasta que no tengas mas información. Ayudaron a mi viejo cuerpo a trasladarse. Iba nuevamente por el pasillo pero esta vez por un nuevo corredor que daba directo al vehículo blindado. Salimos por un lugar subterráneo sin llamar la atención de nadie.

Afuera la gente sometida a la duda causadas por las falsas afirmaciones ¡han matado al presidente!, ¡han matado a nuestro preciado presidente!... Todo eso servía para alimentar el descontrol. Agitado por los acontecimientos no hallaba el momento de hablarle a mi pueblo.

–Debemos colocarle oxigeno. Controlar sus signos vitales. Parece un veneno que ya antes he visto, pero no estoy seguro.
–Bueno Doctor haga todo lo que deba hacer la vida de nuestro presidente está en sus manos ahora y también la del país.
–Su ritmo cardiaco disminuye y su respiración… lo perdemos…

Mi cuerpo y mi mente no aguantaron mas esas fueron las últimas palabras que recuerdo de ese momento termine por desmayarme.


Cuando desperté era de noche tenía una máscara de oxigeno inmediatamente incline mi cabeza suavemente para observarme había una aguja que me atravesaba el brazo con una vía intravenosa de suero cuenta gotas. A mi lado se encontraban mi esposa e hijos durmiendo con una paz infinita, fue como volver a nacer, mis seres queridos a mi lado, esperaba que no fuera un sueño. Mi esposa se percato que yo estaba despierto soltó un grito ahogado. La vi directamente a sus ojos.

–Cuanto tiempo llevo así.
–Me tenías preocupada. Dieciséis horas vida.  –refunfuño con lágrimas en sus ojos y voz quejumbrosa–. Tenía mucho miedo pensé que te perderíamos.

Mis hijos se despertaron al escuchar nuestras voces cruzarse me miraron con ojos de felicidad.

–¿Cómo están niños? –dije con voz cavernosa.
–Hasta cuando papá, ya no somos niños. –dijeron los  dos a la vez, sonaron como un coro de ángeles.

Las lágrimas y las risas se apoderaron del lugar. Pronto todo empezó a tener sentido para mi, estaba en la realidad y no cabía la menor duda de eso. Me abrazaron fuerte. Mi esposa con su delicada mano acaricio mi rostro. Acerco tranquilamente su rostro al mío y me susurro <>. Y me estampo un beso en mis labios con pasión.  Entre carcajadas y lágrimas vi como la puerta de mi habitación se abrió todos nos quedamos por un instante en silencio, eran mis padres y mi tía ya un poco mayores perseguían sus pasos torpemente para acercarse a mí y abrazarme (siempre me han acompañado en todas mis locuras), la escena era maravillosa, inmediatamente mi madre dijo.

–El que se mete a redentor muere crucificado –exclamo tosiendo un poco y llevando su mano derecha para tapar su boca con un pañuelo de seda que tenía desde hacía ya mucho tiempo que tenia las iníciales bordadas de MH (Mis Hijos).
–Acabas de iniciar un nuevo proyecto de vida del cual depende todo el país del cual solo Dios sabe –arguyo mi tía.

Ellas siempre llevan razón la política es un camino duro y esa vez me salve por poco, desde ese momento debí tomarme más enserio mi vida y la de los míos, solté una risa que congelo el ambiente y lo lleno de tranquilidad a continuación todos reíamos (se claramente que era porque me salve). Entre risas llegue a recordar que tenía un compromiso y debía seguir las palabras de mi tía y mi madre me recordaron mi compromiso. Ellas siempre me hablan con tono enigmático.


–Cayo y Beremis, ¿Dónde están?, debemos conversar.
–Por favor debes descansar, mira todo lo que te ha pasado mi vida, ¿verdad suegra? dígaselo usted.
–Querida es tu esposo y mi hijo, lo amo y tú lo sabes más que nadie, pero ahora tiene un compromiso y debe hablar con su pueblo. Estas últimas horas han sido un caos absoluto. Te han elegido para que los guíes y es tu obligación, la nuestra es apoyarlo para que cumpla con su deber y cambie el país como lo prometió.

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