Mi
vida cambio sin darme cuenta, aunque todo comenzó a tener sentido cuando ella
llego a mi vida, esa bella mujer una joven niña risueña blanca de maravillosas
pecas, ojos redondos de color miel, cabello ondulado que dejaba caer en cascada
sobre sus hombros, una mirada tierna y cautivadora, sus labios provocativos me
atraparon en el abismo infinito del amor.
Esa
mujer sacó lo mejor de mí pese a nuestras situaciones económicas. Veníamos de
familias humildes y honestas. Le gustaba la poesía y entre cartas y
conversaciones fue como la cautive.
Ese
mismo día temprano por la mañana acabando de llegar a clases y por su puesto yo
no había entrado. Ella no tenía clase, su maestra no había llegado.
Nos
vimos pronto paseando por los alrededores del liceo jugando entre miradas coquetas
y dulces halagos, agarrados de la mano con los dedos entrelazados como un
puñado de cruces unas sobre otras, mis ojos danzaban al ritmo del contoneo de
sus caderas, la magia de su cabello cayendo sobre su rostro cubriendo levemente
su ojo derecho.
En
principio la conversación giro en torno a que yo debía entrar a clases, según
ella qué futuro me estaba forjando, pero mientras más ahondábamos en el tema,
sus palabras iban perdiendo sentido lógico ya Cayo Mario y mi familia se habían
dedicado a decírmelo una y otra vez. Endrina Foldón era el motivo que buscaba.
–Debes luchar por algo y tener una meta
–dijo con mira perniciosa–, o ¿no quieres tener una vida a mi lado?,
acepta los compromisos, debes ser responsable en lo que hagas. Sus pasos se
hacían cada vez más lentos y firmes al mismo tiempo que posaba su mirado sobre
mis ojos. Llegamos a nuestro rincón favorito un poco apartado del liceo no
tanto como para perderlo de vista. Había un escalón que nos sirvió de compañero
era lo suficientemente cómodo para estar a gusto por largo rato y,
maravillosamente pequeño para estar lo más junto posible. Rodee su hombro con
mi brazo, la acerque a mi corazón y deliraba bajo el éxtasis de su maravilloso
olor. Nuestros labios se tropezaron de forma ingenua y el tiempo se detenía
literalmente.
Si
es cierto que ambos éramos de familias humildes debo reconocer que era muy
madura para su época, más que yo. Estaba clara en que quería y como debíamos
llegar a ello, sus necesidades pasaron pronto a ser mis metas. Asimismo entendí
que la mujer hace al hombre.
Las clases no revestían mayor
importancia para mí eso hacía que no me esforzara pero, si tenía claro que
debía cumplir con un promedio para ser apto en la sociedad. Dedique gran parte
de mi tiempo a enamorar a esa bella dama (no hice, ni hago más nada que pensar
en ella).
Hasta
esos momentos solo nos veíamos a escondidas. Aun con mi corta experiencia
entendía la responsabilidad que lleva el noviazgo. Quería verla, estar a su
lado, disfrutar de su compañía, eso era lo único que me importaba.
–Tienes que hablar con mi mamá –soltó
ella.
Eso
lo cambio todo. Ese día marcó nuestros destinos. Vivir al lado de una mujer no
es fácil pero en cierto modo tampoco es difícil, carecía de metas y proyectos
hasta que ella llego. Así que, por qué no hacerlo.
–Es
muy apresurado ¿no lo crees? –pregunté encogido de hombros, estaba muy nervioso.
Al sonido de mis palabras y su mirada
suspicaz se dibujaba sobre su rostro una ligera y cautivadora sonrisa capaz de
manipular a cualquiera. La realidad es la siguiente: cuando uno está enamorado
lo último que hace es pensar, en mi caso porque ella sí que sabía lo que quería
e imaginaba por así decirlo, de tal manera que tenía su plan de vida.
–Así
podremos vernos sin tener que ocultarnos –nuevamente la sonrisa ahora un poco más
erótica que de costumbre, la mirada ceñuda que dejaba entrever la seguridad de
sus palabras.
–Bueno… ¿Cuándo? –exclamé con tono
dubitativo.
–Hoy mismo. Ya le dije a mi mamá que tú
subirás a hablar con ella.
No
era de extrañar definitivamente todo estaba listo para dar el siguiente paso en
nuestras vidas. Todo estaba fríamente calculado.
Esa
tarde todo debía salir bien. Una vez en casa me esmeré buscando la mejor ropa
que tuviera a mano y parado frente al espejo estaba me vi repitiendo –hola soy Arlequín
–una y otra vez, susurrándole en cierto modo al espejo se podría decir que actuando
como un loco.
Una
vez acicalado y listo me dispuse a caminar hacia la morada de mis sueños todo
fue perfecto al principio pero a medida que avanzaba mis fuerzas me abandonaban,
(experimente el concepto del miedo) las piernas me temblaban como gelatina el
corazón me palpitaba tan fuerte que sentía que se me iba a salir del pecho. Me llene
de valor para atreverme a tocar su puerta y una vez hecho. Apareció la más
bella imagen que alguien pueda imaginar su alegría al verme era evidente. Ahí
estaba yo bajo el dintel de su puerta. Se cruzaron nuestras miradas.
–Hola vida… –Hizo un ademan con la mano derecha en
señal de que entrara y me ubicará en los muebles ubicados frente a la puerta.
–Y…
–titubeé – ¿Tu mamá?
Del
miedo no tuve tiempo de contestarle el saludo. La madre aun no llegaba, trabajaba
en dos empresas entre semana para poder mantener el hogar aunado a ello madre
soltera, la combinación perfecta. Entre y me deje caer como un bulto sobre el
sofá de la sala.
Cuando
hubo llegado la madre di un respingo y me levante e hice como un pino de boliche
que es medio golpeado y se bambolea en señal de caerse aunque no termina de hacerlo.
–Así
que tú eres el famoso Arlequín –afirmó con voz autoritaria y amenazadora.
–Sí…
–Trague saliva con dificultad.
–Dígame que intenciones tiene usted con
mi hija –soltó sin el menor aspavientos.
–La, la amo... –respondí.
Al poco tiempo salieron a relucir
nuestras metas. En principio tener una casa. Tenía claro que para tener un
hogar había que trabajar y pensar en la universidad porque aunque tenía doce
años de mi vida estudiando no eran suficientes para un futuro puesto de trabajo.
Resulta
que para trabajarle al gobierno es por contactos o palancas o como se dice “ser
amigo de…” pero esos trabajos no iban a depender de lo que sabía ya que los
cargos son evaluados por alguien que por regla general no tiene ni idea de lo
que debe evaluar.
Mis
necesidades familiares básicas fueron en aumento con el pasar de los días. ¡Ah,
pero ella…! mi preciosa, mi dulce amor, mi tan preciado tesoro.
En
la cena de nuestras vidas.
–¿Vivamos
juntos al terminar los estudios?
–¿Qué?
–Si…
¿Qué dices?
Nuestro noviazgo inocente adopto formas nuevas
como de seguro les pasa a muchos. Argumente con cualquier tontería pero
entendía claramente que se me estaba preguntando, esa frase es el génesis de
todo compromiso, retumbo cual martillo golpeando mi cabeza. Ahora estaba seguro
del compromiso que me esperaba.
Con seguridad apremiante y mirada
imponente continúo.
–Siempre te
tomas todo a la ligera –su tono de voz seductor inmediatamente hizo un gesto
con el dedo índice de lado a lado en señal de no, no, no…–, pero yo voy a estar
a tu lado para que hagas lo que debes hacer, para ayudarte. Tienes talento
vida, pero eres ingenuo salvo si yo estoy a tu lado, deja que me ocupe de los
detalles y tú prepárate para algo más grande.
Se te olvidó mencionar a "FRESITA"....
ResponderBorrarSaludos. Gracias por dedicar un tiempo a este proyecto.
BorrarComienzo la lectura de tu blog, a la expectativa de encontrar nuevas e interesantes historias que como buena lectura me llevaran a imaginar con exactitud el momento. lograste captar mi atención.
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